Influencias tempranas
Hay un primer acto inevitable en nuestras vidas: nacer. Eso es el comienzo, el momento en que la cuenta está a cero y en el que empezamos a llenarnos de experiencias. El mundo exterior nos condiciona, reconocemos la voz de nuestra madre, buscamos instintivamente alimentarnos, y en un momento dado, nos convertimos en una pequeña criatura que se aferra a las personas que tiene más cerca. Las observamos, aprendemos de ellas, las imitamos…
Había una radio. Era negra y plateada, y creo que la marca era Noblex. Usaba cuatro pilas medianas de color naranja que iban encajadas dentro de un estuche cilíndrico de plástico. El compartimento de las pilas se cerraba con una especie de tornillo de esos que se giran con una moneda… Como en Argentina hubo tantas denominaciones de moneda, no podría decir de qué valor se trataba… Quizá eso no sea importante, pero sí el hecho de que la radio tuviera pilas, ya que de ese receptor de ondas de amplitud modulada salía música de Jazz, y también de Piazolla.
Pero es sólo un recuerdo, así que es posible que se trate de una verdad inventada en mi mente. Aunque lo que sí recuerdo inequívocamente es que había un hombre con canas y pelo ondulado escuchando esa música mientras dibujaba. Una persona a quién sus más allegados llaman Tito, aunque yo prefiero decirle papá.
Pasaron muchos años hasta que comprendí, o al menos eso creo, lo que era el Jazz (y también Piazolla). Aunque este reconocimiento tardío no mermó mi espíritu, mi sensibilidad y gusto por la buena música, algo de lo que fui consciente cuando me hice mayor. Pero la música servía de inspiración, de hecho, cualquier forma de arte inspira y motiva a la gente que tiene la capacidad de ver más allá de las cosas, y esto era lo que producían esas conversaciones musicales en la cabeza del hombre de cabellos grises.
El artista
Aquellas cosas eran como juguetes para mí. De vez en cuando me encontraba algún pincel y no podía hacer más que jugar con éste. La verdad es que nunca supe dibujar muy bien. La genética no me dotó con ese don de mi padre, aunque afortunadamente, dentro del reparto de habilidades, se lo dio a mi hermana, con quien también compartió sus iniciales.
Siempre me costó mucho entender esas formas que pintaba papá… en muchos casos no reflejaban exactamente la realidad y en otros, eran demasiado abstractas para mi comprensión… Algunas veces, sus murales, estaban en el hall de un edificio; otras, en el exterior, soportando las inclemencias del caprichoso clima de Buenos Aires, pero no pasaban desapercibidas, al menos para mí, ya que estaban firmadas con el apellido de la familia, y me sentía orgulloso al enseñárselas a mis amigos.
No me considero un experto en arte, aunque haya tenido la oportunidad y la suerte de visitar algunos de los museos más importantes de Europa. En ellos pude apreciar la evolución pictórica a través de la obra de muchísimos y variados artistas de todas las épocas. A mi modesto entender, algunos son geniales sin necesidad de tantas definiciones académicas y otros gracias a que alguien los interpretó de una manera convincente. Mi conclusión es que la apreciación del arte, llámese música, pintura, arquitectura, danza, teatro, literatura o cine, tiene un componente subjetivo muy importante. Por eso creo que el señor de canas, mi papá, incluso a pesar de mi tardío reconocimiento de su obra y el hecho de que no todo lo que ha hecho me inspira igual sensación, se merece un espacio de difusión más allá de algunas paredes interiores o exteriores de diferentes edificaciones ubicadas en Argentina (y fuera también). Esa es la razón por la que aprovecho este ciberespacio personal. Lamentablemente, la calidad de la fotos corregidas con un programa informático, no reflejan con fidelidad su trabajo, pero sí la esencia del mismo.
Creo que es algo que le debo, además de la vida, al hombre que construyó mi sensibilidad artística, y me enseñó sin la necesidad de utilizar demasiadas palabras, que las cosas pueden verse de otra manera.
Ahora también su mujer, mi mamá, se merece un capítulo especial, pero esa historia, de momento, me la guardo para mí.
Christian Flavio Tasso
Muy buen articulo, quizas el mejor, no sé si por tratar un tema personal… pero me ha gustado mucho.
Por cierto, quiero un cuadro !! son buenisimos, me encantan las formas, los colores.
Ya me estas consiguiendo uno.
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¡Gracias por tus comentarios Richard!
Respecto al cuadro, podés tratar directamente con el artista;)
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Ya lo dije una y mil veces q veo ese cuadro, que pusiste en primer lugar, a tu viejo se lo voy a incautar!!!! jajaja es mi preferido
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Gracias por tu comentario Vale, pero dejemos las «incautaciones» para algunos políticos, banqueros y ciertos empresarios, que se han especializado en eso. Vos simplemente podés ir a hablar con mi papá. Saludos.
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Un hermoso homenaje a tu papa. Por su obra ,su creatividad, sobre todo por mostrar la calidad humana que posee.
olga
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Gracias por tu comentario Olga. Ya sabés muy bien que mis padres se merecen mucho más que esto.
Estaba creando una página web con las obra que pude recopilar de mi papá, que todavía está en construcción, pero por alguna razón, Google no la indexa.
Se puede visitar desde aquí.
Besos
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Hola, Christian.
He llegado a este artículo tratando de averiguar el nombre del artista plástico que creó un mural en el barrio de Villa Urquiza, en la calle Capdevila al 2700, frente a la plaza Echeverría. La firma dice Tasso 75.
No tengo manera de enviarte la foto por aquí, pero por las fotos que figuran en esta entrada, puedo deducir que se trata de tu padre. Las mismas formas, los mismos relieves, los mismos acentos… Una maravilla.
¿Sabés si, efectivamente, fue tu padre quien hizo ese mural?
Saludos.
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Gracias por pasarte por mi blog. Efectivamente mi padre me confirma que es de él y se puso contento de que alguien aún disfrute de su obra. Ya está retirado.
Verás en mi blog un link directo a una web con algunas de sus obras.
¡Hasta la próxima!
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Hola Verónica, nuevamente agradecerte por publicar la foto del mural que comentas en tu instagram. Aprovecho y la comparto por aquí para que quienes se pasen sepan de qué obra se trata (con tu permiso, claro):
Alberto Vicente Tasso (1975)
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