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Blog 27 – Las Valkirias de Coppola

Siempre recordamos algunas partes de películas que nos han impactado por alguna razón u otra. Como no todo en el cine (aunque a veces lo parezca) son solo formas y estética, sino que también ha de haber contenido detrás de estas formas, aprovecharé esta entrada para reflexionar un poco sobre una de las secuencias bélicas cinematográficas más impactantes y, según mi opinión, mejor narradas de la historia del séptimo arte. Se trata del ataque a la aldea vietnamita en “Apocalypse Now” acompañado de la música compuesta por Wagner para la ópera “El anillo del nibelungo”.

Mi opinión sobre la guerra

Antes de entrar en tema, quiero dar mi opinión sobre la guerra. Creo que cualquier guerra que haya habido o habrá en este mundo es, fue (o será), además de cruel, totalmente inútil. A mi entender, el acto de hacer la guerra es el vestigio de animal irracional que nos queda a los seres humanos cuando sentimos invadido lo que consideramos nuestro territorio o buscamos venganza. Respondemos con violencia cuando desde hace miles de años hemos desarrollado maneras más complejas que las de otros animales para entendernos. Las guerras de las últimas décadas no dejan de ser crueles porque estemos más evolucionados y nos valgamos de justificaciones legales y acuerdos multinacionales para llevarlas a cabo. Muere gente igual…
Por otro lado, entiendo que las guerras son un gran negocio y dan mucho juego visual en películas, series y juegos.
Sí tengo que reconocer que, de haber algo positivo en las guerras, es que se han desarrollado innovaciones tecnológicas que hacen nuestra vida mejor ¿…? Además de invitar a los artistas de todos los tiempos a indagar en la naturaleza humana, como es el caso de la cinta que escogí para esta entrada.

Sobre “Apocalypse Now” (spoilers)

Hecho este pequeño inciso, me centro en este intenso fragmento de la genial película de Francis Ford Coppola. El guion está inspirado en la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” y está coescrito por el mismo Coppola y John Milius.

Estamos en plena guerra de Vietnam. Al capitan Willard (Martin Sheen) se le asigna la misión de buscar y ejecutar al Coronel Kurtz (Marlon Brando), un hombre que se convirtió en una especie de dios en la profundidad de la selva camboyana y se hizo de un ejército propio. Durante el trayecto hacia su destino, se nos van presentando diferentes facetas de esta guerra a través de la mirada de Willard. Se nos muestra a un ejército norteamericano bastante desorientado y enajenado metido en un conflicto que nadie acaba de entender bien… salvo Kurtz, quizá, en su último aliento…

El Teniente Coronel Kilgore

En esta parte de la película, Willard y sus hombres llegan a una zona del río que no pueden atravesar navegando solos y desde allí han de ser escoltados por el Noveno batallón de la Primera División de Caballería. El Teniente Coronel Kilgore (Robert Duvall) es el comandante de este batallón. Desde que se nos presenta a este personaje, vemos a un hiperactivo Kilgore, interpretación que le valió la nominación al Oscar a Duvall, mucho más motivado por practicar surf en la playa que tomarán, que por la misión que se le encomienda. Los caballos de este batallón han sido reemplazados por helicópteros, que el Teniente coronel utiliza como herramientas de devastación. De hecho su nave tiene una inscripción en el morro que reza “Death from above” (La Muerte desde arriba). Kilgore sabe como motivar a sus soldados y es un guerrero templado que no teme a la muerte, sino más bien es su representación. Tiene unas «cartas de la muerte» que deposita sobre los cuerpos que va dejando a su paso. Es un verdadero salvaje, arrasa la aldea indiscriminadamente intimidando a los vietnamitas con la música de Wagner. Vemos en varias ocasiones como ignora deliberadamente cualquier peligro a su alrededor, como por ejemplo cuando entra la bengala en el helicóptero y él mantiene la calma, o cuando camina por el campo de batalla entre explosiones más preocupado por tener la zona despejada para hacer surf. Kilgore es el claro protagonista de la secuencia, en la que dice la famosa frase “I love the smell of napalm in the morning.” (Adoro el olor a napalm por la mañana).
¿Qué lo diferencia entonces de Kurtz…?

Sobre el diseño de la secuencia

Desde el punto de vista de la acción, la secuencia está planteada con una progresión dramática que va in crescendo a medida que se acercan a su destino. Nos presenta al protagonista, que a través de sus acciones nos demuestra que no se va a limitar a cumplir simplemente la misión que se le encomienda. Y al resto de los hombres que van en esos helicópteros, reflexivos e impacientes frente a la incertidumbre de lo que se encontrarán al final del camino.
La composición visual está cuidadísima. Los helicópteros partiendo al amanecer en formación de ataque captados desde varios ángulos generan expectación y suspense. Parecen una fuerza imbatible que cruza el cielo.
El montaje, tanto visual como sonoro, en el que se contrasta el enajenamiento de esos soldados y la tranquilidad de la aldea antes del ataque, como esos planos con los niños saliendo del colegio (es interesante el detalle del niño que se separa del grupo y se queda mirando hacia el otro lado), donde se nos da la información de que además de soldados, la aldea está llena de civiles. Se nos anticipa un duro y cruel enfrentamiento.
Y todo esto con la música de Wagner de fondo, sonido de motores de helicópteros, radios, explosiones… etc. etc.

Sentido narrativo

Cuando un director como Francis Ford Coppola crea una pieza audiovisual como Apocalypse Now, está utilizando un contexto, en este caso el de la guerra de Vietnam, para hablar sobre las miserias humanas. Esto es parte de la reflexión del artista. En esta película nos vemos a los seres humanos como presas de un destino miserable, muchas veces elegido por nosotros mismos o por los representantes de nuestros pueblos, también escogidos por nosotros.

Coppola cierra esta cruda reflexión sobre la guerra con una frase que dice a través de uno de sus personajes, el oscuro y enigmático Coronel Kurtz: “The horror. The horror…”.

Christian Flavio Tasso